Según el modelo médico occidental, la depresión es diagnosticada mucho más en mujeres por factores biológicos, pero, ¿es esto realmente cierto? ¿Se tienen en cuenta las desigualdades de género a la hora de diagnosticar y medicalizar a las mujeres bajo la etiqueta de “depresión”?
Voy a empezar a contarte una historia, una historia real.
Bien, en esta historia tenemos a una mujer treintañera, Dolores, que tiene dos hijas pequeñas. Su ex-pareja, y padre de las niñas, es prácticamente inexistente. Podríamos resumir su paternidad en que se limita a recoger a las niñas, quizás un día cada quince, a abonar la pensión y para de contar.
¿En qué se resume esto?
Efectivamente, es ella quien se encarga de todo lo que tiene que ver con el hogar y la crianza, totalmente sola. Es ella quien se asegura de hacer la compra, de cocinar, de poner lavadoras, de limpiar y recoger la casa, de llevar a sus hijas al colegio, de que hagan los deberes, que acudan a las citas médicas, que tengan tiempo de ocio y disfrute, que tengan el calorcito de un hogar, que se sientan seguras y protegidas, que se sientan escuchadas y comprendidas, que tengan regalos el día de su cumpleaños y en navidades, y un largo etc.
Por supuesto, nuestra protagonista también tiene un trabajo remunerado fuera de casa, un trabajo con horario de oficina que no le permite conciliar en absoluto y con un salario con el que tiene que hacer malabares para llegar a fin de mes. Ella también sabe que su situación laboral no mejorará. Su jefe conoce que es madre soltera (y ya sabemos cómo nos lee el sistema cuando esto pasa), así que no se va a plantear promocionarla.
Dolores está agotada. No tiene tiempo para descansar, no se lo puede permitir. Y ni hablar de un poco de tiempo para ella misma. Está tan cansada que no tiene energía para seguir así. Y se culpa. Se culpa por su situación, por no esforzarse más. Y empieza a sentirse incapaz, inútil, torpe, sin confianza en sí misma, no consigue dormir bien, siente que ha perdido el interés por todo, que no experimenta placer en nada. Está agotada. Y se da cuenta de que no está bien, pero tiene que seguir. Y sigue, a pesar de su salud, sigue.
La historia de Dolores es solo una historia más de las muchas situaciones que vivimos las mujeres. Y ahora te pregunto, ¿crees que los síntomas que está experimentando Dolores son a causa de factores biológicos? ¿O nos estamos perdiendo algo?
Pasar por alto el contexto en el que se desarrolla la vida de las mujeres y las desigualdades de género de este sistema patriarcal, nos lleva a dejar buena parte de las causas de la depresión en mujeres, fuera del análisis.
Vivimos en un sistema patriarcal. Crecemos en un contexto de desigualdad y, desde ahí, construimos nuestra identidad y nuestra realidad. Esta cultura machista nos cuenta que las mujeres debemos ser buenas, debemos cuidar siempre, y por encima de nosotras y nuestras necesidades, debemos ser excelentes trabajadoras fuera de casa, e igualmente eficaces en el hogar. Debemos preocuparnos por todo y por todos, debemos cuidar nuestro físico (pero no demasiado), debemos ser buenas madres, buenas amigas y mejores amantes…
¿Y cuál es la realidad de las mujeres en este sistema?
- Tenemos salarios más bajos.
- Sufrimos abusos sexuales.
- Nos dedicamos más a la crianza que los hombres.
- Asumimos una doble jornada laboral (fuera y dentro de casa).
- Estamos sometidas a una presión estética extrema.
- Nos vemos obligadas a sacrificar nuestra vida laboral en la maternidad.
- Accedemos a menos cargos públicos que los hombres.
- Los trabajos típicamente considerados femeninos tienen condiciones muy precarias…
¿De veras pensamos que esto no afecta a nuestra salud mental? ¿Qué una mujer que tiene una doble jornada no va a experimentar ningún síntoma depresivo? ¿Qué sufrir abuso sexual no tiene un impacto en nosotras? ¿Qué no llegar a fin de mes es inocuo? ¿Qué nos cueste más que nos tomen en serio y tener posiciones de poder que a nuestros iguales no nos afecta? ¿De verdad no vemos la relación que esto tiene en cómo la depresión afecta más a las mujeres?
La dimensión de género es de vital importancia cuando hablamos de depresión.
Estamos hablando de un trastorno multifactorial, en el cual es necesario tener en cuenta las desigualdades entre hombres y mujeres, y las desigualdades socioeconómicas, no únicamente los factores biológicos. Si sólo atendemos a esto, nos estamos perdiendo toda la película y estamos culpando a las mujeres por sus síntomas, en vez de señalar al sistema. Si seguimos sin atender a los factores sociales de desigualdad, las mujeres seguiremos siendo una población con un consumo excesivo de fármacos y crónicamente deprimidas.
La depresión afecta más a las mujeres, pero evidentemente, reducir la causa a factores puramente biológicos, no solo nos desprotege, también convierte en individual un problema social.