Cuando escuchamos la palabra duelo automáticamente pensamos en que alguien ya no está. Pensamos en personas sufriendo. Pensamos en funerales. Pensamos en velatorios. Pensamos en tristeza. Pensamos en el color negro. Pensamos en dolor. Pensamos en la muerte.
Y es cierto.
El duelo es esto, pero no es solo esto.
La palabra duelo engloba un proceso que comienza ante una pérdida significativa. Muchas situaciones pueden llevarnos a pasar por un proceso de duelo. De hecho, si tienes pulso y eres humana, habrás pasado por algún duelo en tu vida.
Porque no, de la pérdida, ninguna nos libramos.
Hoy vamos a hablar de esas pérdidas que a veces parece que no están permitidas o de las que quizás no se habla tanto.
Quiero empezar contándote una historia.
Nuestra figura principal en esta historia es una mujer que llevaba cinco años trabajando en una empresa. Trabaja en una multinacional con una buena posición y un buen salario. Pero no disfruta de su trabajo. No le gusta. Está cansada. Y lo sabe, lo sabe desde hace mucho tiempo.
Quiere dejarlo. Quiere salir de allí. Quiere emprender otro camino distinto. Algo que llevaba mucho tiempo meditando. Sí, llevaba mucho tiempo meditando porque nuestra protagonista es realista y tiene en cuenta la logística de la vida. A veces puede ser impulsiva e ilusa, pero no toma decisiones únicamente con el corazón, como nos han pintado siempre a las mujeres. No. Nuestra protagonista, como muchas mujeres, también es práctica, es objetivo y, sí, es realista. Porque se puede ser emocional y racional, impulsiva y objetiva.
Así que, después de mucho reflexionar, lo planifica todo y toma la decisión. Se arriesga. Cambia. Da un buen giro y empieza de nuevo. Y lo calculó todo, lo había planificado todo, hasta el último detalle para dirigirse hacía donde quería.
Pero…se le escapó un detalle, y es que no contaba con una ruptura de su identidad. Ella se identificaba mucho con el trabajo. Desde bien pequeña su familia le había dicho que el trabajo era lo más importante, que tenía que esforzarse mucho, que tenía que trabajar mucho y así se identificaba ella. Con ser productiva, con ser muy trabajadora. Y eso era parte de ella. Era algo relevante en su identidad.
¿Qué crees que pasó cuando dejó su trabajo?
Sí, hubo un duelo. Un duelo de identidad. ¿Quién era ella si no era una mujer muy trabajadora? ¿Quién era si no tenía un trabajo? ¿Quién era si estaba dejando de ser productiva en este sistema?
Nuestra protagonista pasará por un proceso de duelo en el que se despedirá de esa identidad previa. Iniciará terapia, revisará patrones y creencias heredadas. Llorará. Se sentirá triste y a veces enfadada. Tendrá ansiedad por pensar que se ha equivocado. Querrá aislarse y se aislará. Intentará reconocerse de nuevo. Y se reconocerá.
Un proceso de duelo también es esto. Una pérdida de identidad por un cambio laboral, por una maternidad, por una ruptura de pareja…Un proceso de duelo puede ser la pérdida de una amistad, la distancia que finalmente ponemos con un familiar, un cambio de residencia, una pérdida económica… Y el duelo también está en eso que no llega y no llegará, que esperas y no alcanzas, que casi tienes y se escapa…
Porque cuando hablamos de duelo, no solo hablamos de muerte, hablamos de cambios, hablamos de rupturas y hablamos de finales.
Y esto requiere un proceso de adaptación.
A veces esta nueva situación puede ser deseada o no, pero eso no implica que no haya dolor. Una situación deseada también puede generarnos sufrimiento y hay que darle espacio. Hay que validarla.
En un proceso así es importante que nos demos tiempo para transitar las emociones, para preguntarnos qué necesitamos para aceptar y adaptarnos a esa nueva situación. Necesitamos escucharnos y ser escuchadas por otras personas.
Es un proceso de conocimiento, de entender que aparecerán muchas emociones tristeza, ansiedad, enfado, rabia e incluso ira y que, por muy desagradables que puedan parecernos, están ahí para algo. Son necesarias.
A veces, un duelo se siente como una maraña emocional.
Si te encuentras transitando un duelo, ponle nombre, habla de tus emociones y busca espacios donde te sientas protegida y segura para poder compartir.
Si estás acompañando a alguien que está pasando por un duelo, ayúdala a ponerle nombre, escucha y valida sus emociones, genera un espacio donde ella pueda compartir, hazla sentir segura y protegida.
Naturalicemos pasar por esos momentos. Porque el duelo es eso, un proceso natural, personal, necesario y habitual.
Que no te lo roben.